MANIFIESTO

Las mujeres del barrio de Katanga, muy al contrario de lo que ocurre en muchos lugares del mundo, somos absolutamente visibles. Nos ves llevando los críos al cole, nos ves de compras de aquí para allá, nos ves paseando los chuqueles, cuidando a nuestros viejos enfermos, cogiendo el bus para ir al curro cuando lo tenemos, limpiando los cristales de las ventanas, tomando un café con las amigas, subiendo y bajando bolsas, riñendo a adolescentes sin educación, haciendo cuentas en la carnicería o cobrando la pensión.

Entonces, si somos tan visibles, ¿por qué cuando se habla de movilidad urbana no se piensa en quien más se mueve?. ¿Por qué los horarios escolares no se adaptan de una vez a un mundo donde las mujeres también formamos parte, y de qué modo, del mercado laboral? Mejor dicho, ¿por qué las mujeres seguimos siendo el noventa por cien de las veces las que nos encargamos de llevar y recoger a nuestros hijos e hijas del colegio cuando son más pequeños? ¿Por qué nos escandaliza tanto que no haya suficientes plazas de aparcamiento en superficie, si aceptamos con normalidad que nos falten parques infantiles en el barrio?

Supongo que vivimos y aceptamos vivir en un mundo en donde las prioridades siguen masculinizadas. Donde el modelo de éxito es el masculino. Donde el modelo de preocupación general es la masculina. Donde vemos normal que un currante acabe la tarde con unos amigos en el bar, pero nos parece de ociosas que las currantas hagan lo mismo en la cafetería. Donde el fútbol masculino es para todos y todas, pero el femenino es solo para todas. Ni eso. El gol de un niñato puede marcar la alegría o tristeza de lo que quede del día. Las preocupaciones diarias, como los pobres según Jesucristo, siempre han estado y siempre estarán ahí. El eterno retorno.

Pero tampoco quiero ser injusta con ellos. En muchos casos son los únicos que cuentan con un trabajo remunerado fuera del hogar. De igual forma, muchas de elllas son las únicas que cuentan con un trabajo sin remunerar dentro del hogar. Cierto es que al final, en la intimidad que cada quien consigue por entre los ruidos que atraviesan tan fácilmente las débiles paredes, se trata de arrimar el hombro. De aportar lo que cada uno puede en ese momento. Salir adelante, coño, que la vida son dos días. Pero cierto es también que el desempleo femenino en nuestro barrio es algo más que un dato, y de qué manera influye esto en las dificultades que muchas familias tienen tanto para salir adelante como para pensar en progresar. Pensar, como dice el katangueiro, que no todo es estar, sino también bienestar.

Es por todo esto que comienzo con una respuesta, cosa extraña en una época marcada por las preguntas. Porque si. Porque no todo es la crisis, el poder y la gloria. Porque quiero. Porque no estoy dispuesta a escusarme cada vez que se habla de ayudas a mujeres, sean víctimas de violencia de género, sean adolescentes en riesgo de exclusión o sean mujeres, ya de facto, excluidas. Y también de facto.

Ah...y porque me da la gana, que también.

¿Pero, por qué "La otra vuelta de tuerca"? Pues porque me gusta Henry James. Me gustan las historias de fantasmas y me gusta un autor que profundiza en la yuxtaposición de lo artístico, corrupto y seductor con lo insolente, abierto y firme. Claro, porque soy de Katanga. Donde no se salvan ni los sueños infantiles.

By Katangueira